domingo, 14 de diciembre de 2008

Grata sorpresa con la carnicería nocturna


Muchas veces vemos las películas de diversas maneras: podemos atender a su compendio y degustarlo cuan café en la sobremesa o fijarnos de manera más pormenorizada en detalles individuales del mismo. Creo que ambas maneras son muy factibles, aunque después finalmente hagamos o realicemos una aseveración final de qué nos ha parecido a grandes rasgos, siempre hay proyectos que si separamos ciertos hechos o planos, la cinta o largometraje gana muchísimo más que si hacemos un dibujo final y general. Creo que estas connotaciones le vienen ni que pintado a la cinta de terror del director japonés Ryuhei Kitamura: The Midnight Meat Train. Tengo que reconocer que tengo un verdadero lío sobre el lanzamiento en tierras españolas de esta excelente película de terror. Inicialmente se sabía que no tardaría en verse en nuestras salas con respecto al estreno norteamericano, después podía peligrar tal proyecto por el tema de distribuidoras, al menos para verse en la gran pantalla , con lo que podría tener un lanzamiento a formato casero, seguidamente se supo que se estrenaría el 13 de noviembre, pero o me he vuelto de un torpón de los que hacen época porque no sé qué ha pasado finalmente con esto.

Entrando a reseñar la susodicha película tenemos que decir que es una verdadera gozada encontrarnos con algunos aspectos muy cojonudos. Uno de ellas es la labor de dirección, en el sentido estricto de la palabra, de Kitamura. Si Evil Dead remarcaba o se sustentaba en el apartado visual y físico, pero de manera tremenda, The Midnight Meat Train realiza otro trabajo parecido, situándonos en ocasiones en los ojos de la víctima, cuál es su visión, qué le espera, qué puede hacerle el carnicero y de verdad se agradece tal impacto de ingente cantidad de “visceralidad” y amaño directivo, aunque se echa de menos algo más de casquería inusitada. Otro asunto importante, que en momentos de tensión, sigilo y demás la cámara se sitúa de manera notoria para ver todo el desarrollo de la acción, sin olvidarnos de verdaderas peripecias como cuando se intercala en algunos momentos, planos alejados viendo la acción a través de la ventanilla de los vagones del metro y de pronto, un plano interior y así sucesivamente conforme van cambiando los fotogramas. ¡Qué delicia!

Termina de ser innecesario intentar abarcar tanto, a nivel argumentativo, con ese final tan apresurado. Me tendrán que perdonar ustedes, pues no sé cómo era el relato de Clive Barrer (este largometraje se basa en la adaptación de uno de los relatos de los Libros Sangrientes del afamado escritor), pero me resulta demasiado a corre-calles ese final. ¿Qué pasa? ¿Que no puede haber alguien que mate por matar, por el mero hecho del disfrute del acto en sí? Cinematográficamente hablando…
Recomendable a todos los niveles.

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